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Dos nenitos morenos surgieron de unos arbustos cercanos, los miraron unmomento con ojos muy abiertos y llenos de asombro, y después volvieron asus juegos entre las hojas.-Todos ustedes se acuerdan -dijo el Interventor con su voz fuerte y grave-,todos ustedes se acuerdan, supongo, la hermosa e inspirada frase de NuestroFord: La Historia es una patraña -repitió lentamente-, una patraña.Hizo un ademán con la mano, y fue como si con un visible plumero hubiesesacado un poco el polvo; y el polvo era Harappa, era Ur de Caldea; y algunastelarañas, y las telarañas eran Tebas y Babilonia, y Cnosos y Micenas. Otromovimiento del plumero y desaparecieron Ulises, Job, Júpiter, Gautana yJesús. Otro plumerazo, y fueron aniquiladas aquellas viejas partículas desuciedad que se llamaron Atenas, Roma, Jerusalén y el Celeste Imperio. Otro,y el lugar donde había estado Italia quedó desierto. Otro, y desaparecieron lascatedrales. Otro, otro, y afuera con el
Rey Lear y los Pensamientos
de Pascal.Otro, ¡y basta de
Pasión
!
 
Otro, ¡y basta de
Réquiem
! Otro, ¡y basta de
Sinfonía!;
otro plumerazo y...-¿Vas al sensorama esta noche, Henry? -preguntó el Predestinador Ayudante-.Me dijeron que la película del Alhambra es buenísima. Hay una escena deamor sobre una alfombra de piel de oso; dicen que es algo maravilloso. Aparecen reproducidos todos los pelos del oso. Unos efectos táctilesextraordinarios.-Por esto no se les enseña Historia -decía el Interventor-. Pero ahora llegó elmomento...El D.I.C. lo miró con inquietud. Corrían extraños rumores acerca de viejos librosprohibidos ocultos en una caja de seguridad en la oficina del Interventor.Biblias, poesías... ¡Ford sabía tantas cosas!Mustafá Mond captó su mirada ansiosa, y las comisuras de sus rojos labios sefruncieron irónicamente.-Tranquilícese, director -dijo en leve tono de burla-. No voy a corromperlos.El D.I.C. quedó abrumado de confusión.Los que se sienten despreciados tratan de mostrarse despectivos. La sonrisaque apareció en el rostro de Bernard Marx era ciertamente despreciativa.¡Todos los pelos del oso! ¡Bueno!-Voy a hacer todo lo posible por ir -dijo Henry Foster.Mustafá Mond se inclinó hacia delante y agitó el dedo índice hacia ellos.-Es suficiente con que intenten entenderlo -dijo, y su voz provocó un extrañoescalofrío en los diafragmas de sus oyentes-. Traten de entender el efecto queproducía tener una madre vivípara.De nuevo la palabra obscena. Pero esta vez a ninguno se le ocurrió ni siquierala posibilidad de sonreír.-Traten de imaginarse lo que significaba vivir con la propia familia.Lo intentaron; pero, indudablemente, sin éxito. -¿Y saben ustedes lo que era unhogar? Todos movieron negativamente la cabeza.Desde su oscuro y escarlata sótano, Lenina Crowne subió diecisiete pisos, diovuelta a la derecha al salir del ascensor, avanzó por un largo pasillo y, abriendola puerta de los Vestidores de Mujeres, se metió en un caos ensordecedor de
 
brazos, senos y ropa interior. Torrentes de agua caliente caían en un centenar de bañeras o salían borboteando de ellas por los desagües. Zumbando ysilbando, ochenta máquinas para masaje -que funcionaban a base de vacío yvibración- amasaban simultáneamente la carne firme y tostada por el sol deochenta soberbios ejemplares femeninos que hablaban todos a voz en grito.Una máquina de Música Sintética susurraba un solo de supercorneta.-Hola, Fanny -dijo Lenina a la chica que tenía el perchero y el armario al ladodel de ella.Fanny trabajaba en la Sala de Envasado y se llamaba también Crowne deapellido. Pero como entre los dos mil millones de habitantes del planeta teníanque repartirse sólo diez mil hombres, esta coincidencia no tenía nada desorprendente.Lenina se bajó los cierres -hacia abajo el del saco, hacia abajo, con las dosmanos los dos del pantalón, y hacia abajo también para la ropa interior, y, sinotra cosa que las medias y los zapatos, fue hacia el baño.Hogar, hogar... Unos pocos cuartitos, superpoblados por un hombre, una mujer periódicamente embarazada, y una horda de niños y niñas de todas lasedades. Sin aire, sin espacio; una prisn no esterilizada; oscuridad,enfermedades y malos olores.(La evocación que el Interventor hizo del hogar fue tan vívida que uno de loschicos, más sensible que los demás, palideció ante la mera descripción delmismo y estuvo a punto de marearse.)Lenina salió del baño, se secó con la toalla, agarró un largo tubo flexibleincrustado en la pared, apuntó con él a su pecho, como si fuera a suicidarse, yapretó el gatillo. Una oleada de aire caliente la cubrió de finísimos polvos detalco. Ocho diferentes perfumes y agua de colonia estaban a su disposición consólo maniobrar los pequeños grifos ubicados en el borde del lavabo. Leninaabrió el tercero de la izquierda, se perfumó con esencia de Chipre, y, llevandoen la mano los zapatos y las medias, salió a ver si estaba libre alguno de losaparatos de masaje.Y el hogar era tan mezquino psíquicamente como físicamente. Psíquicamente,era una conejera, un chiquero, lleno de fricciones a causa de la vida en común,hediondo a fuerza de emociones. ¡Cntas intimidades asfixiantes, quépeligrosas, insanas y obscenas relaciones entre los miembros del grupofamiliar! Como una maniática, la madre se preocupaba constantemente por loshijos
(sus
hijos)..., se preocupaba por ellos como una gata por sus pequeños;pero como una gata que supiera hablar, una gata que supiera decir: mi nene,mi nene una y otra vez. Nene mío, y, ¡oh, en mi pecho, sus manitos, suhambre, y ese placer mortal e indecible! Hasta que al final mi niño se duerme,mi niño se ha dormido con una gota de blanca leche en la comisura de su boca.Mi hijito duerme ...-Sí -dijo Mustafá Mond, moviendo la cabeza-, con razón se estremecen.-¿Con quién vas a salir esta noche? -preguntó Lenina, volviendo de su masajecon un resplandor rosado, como una perla iluminada desde adentro.-Con nadie.Lenina arqueó las cejas, asombrada.
 
-Últimamente no he estado muy bien -explicó Fanny-. El doctor Wells meaconsejó tomar Sucedáneo de Embarazo.-¡Pero si apenas tenés diecinueve años! El primer Sucedáneo de Embarazo noes obligatorio hasta los veintiuno.-Ya lo sé, mujer. Pero hay personas a quienes les conviene empezar antes. Eldoctor Wells me dijo que las morochas de pelvis ancha, como yo, deberíantomar el primer Sucedáneo de Embarazo a los diecisiete. Así es que en realidad llevo dos años de retraso y no de adelanto. Abrió la puerta de su armario y señaló la fila de cajas y ampollas etiquetadasdel primer estante.Jarabe de Corpus Luteum. Lenina leyó los nombres en voz alta. Ovarina fresca,garantizada; fecha de vencimiento: 1 de agosto de 632 d. F. Extracto deglándulas mamarias: tómese tres veces al día, antes de las comidas, con unpoco de agua. Placentina; inyectar 5 cc. cada tres días (intravenosa) ...-¡Uy! –se estremeció Lenina-. ¡Con lo poco que me gustan las intravenosas! ¿Ya vos?-Tampoco me gustan. Pero cuando son para nuestro bien...Fanny era una chica particularmente juiciosa.Nuestro Ford -o nuestro Freud, como, por alguna razón inescrutable, decidióllamarse él mismo cuando hablaba de temas psicológicos-. Nuestro Freud fueel primero en revelar los terribles peligros de la vida familiar. El mundo estaballeno de padres, y, en consecuencia, estaba lleno de miseria; lleno de madres,y, en consecuencia, de todos las tipos de perversión, desde el sadismo hasta lacastidad; lleno de hermanos, hermanas, tíos, tías, y, por eso, lleno de locura yde suicidios.-Y sin embargo, entre los salvajes de Samoa, en ciertas islas de la costa deNueva Guinea...El sol tropical relucía como miel caliente sobre los cuerpos desnudos de loschiquitos que retozaban promiscuamente entre las flores de hibisco. El hogar estaba en cualquiera de las veinte casas con techo de hojas de palmera. En lasTrobiands, la concepción era obra de los espíritus ancestrales; nunca nadiehabía oído hablar jamás de padre.-Los extremos se tocan -dijo el Interventor-. Por la sencilla razón de que fueroncreados para tocarse.-El doctor Wells dice que una cura de tres meses a base de Sucedáneo deEmbarazo va a mejorar mi salud durante los tres o cuatro próximos años.-Espero que tenga razón -dijo Lenina-. Pero, Fanny, ¿de verdad querés decir que durante estos tres meses se supone que no vas a ... ?-¡Oh, no, mujer! Sólo durante una o dos semanas, y nada más. Voy a pasar lanoche en el club, jugando al Bridge Musical. Supongo que vos sí vas a salir,¿no?Lenina asintió con la cabeza.-¿Con quién?-Con Henry Foster.-¿Otra vez? -El rostro afable, un tanto lunar de Fanny tomó una expresión deasombro dolido y reprobador-. ¡No me digás que todavía salís con HenryFoster!
 
Madres y padres, hermanos y hermanas. Pero tambn haa maridos,mujeres, amantes. También había monogamia y romanticismo.-Aunque probablemente ustedes ignoren lo que es todo eso -dijo MustafáMond.Los estudiantes asintieron.Familia, monogamia, romanticismo. Exclusivismo en todo, en todo unaconcentración del interés, una canalización del impulso y la energía.-Cuando lo cierto es que todo el mundo pertenece a todo el mundo -concluyó elInterventor, citando el proverbio hipnopédico.Los estudiantes volvieron a asentir, con énfasis, aprobando una afirmación quesesenta y dos mil repeticiones en la oscuridad les habían obligado a aceptar,no lo como cierta sino como axiotico, evidente, absolutamenteindiscutible.-Bueno, al fin y al cabo -protestó Lenina- sólo hace unos cuatro meses quesalgo con Henry.lo cuatro meses! ¡Eso esbueno! Y lo que es peor -siguió Fannyseñalándola con un dedo acusador- es que en todo este tiempo no ha habidonadie en tu vida, excepto Henry, ¿nocierto?Lenina se sonrojó violentamente; pero sus ojos y el tono de su voz siguierondesafiando a su amiga.-No, nadie más –contestó, casi con truculencia-. Y no veo por qué deberíahaber habido alguien más.-¡Bueno! ¡La señorita no ve por qué! -repitió Fanny como dirigiéndose a uninvisible oyente situado detrás del hombro izquierdo de Lenina. Después,cambiando bruscamente de tono, agregó:- En serio. La verdad es que creo quetendrías que andar con cuidado. Está muy mal eso de seguir así con el mismotipo. A los cuarenta o cuarenta y cinco años, todavía... Pero, ¡a tu edad, Lenina!No, no puede ser. Y sabés muy bien que el D.I.C. se opone firmemente a todolo que sea demasiado intenso o prolongado...-Imaginen un tubo que encierra agua a presn. -Los estudiantes se loimaginaron-. Practico en el mismo un solo agujero -dijo el Interventor-. ¡Quéhermoso chorro!Lo agujereó veinte veces. Brotaron veinte mezquinas fuentecitas.Hijo mío. Hijo mío...¡Madre!La locura es contagiosa.Mi amor, mi único amor, preciosa, preciosa...Madre, monogamia, romanticismo... La fuente brota muy alta; el chorro surgecon furia, espumante. La necesidad tiene una sola salida. MI amor, hijo mío. Noes extraño que aquellos pobres premodernos estuviesen locos y fuesendesgraciados y miserables. Su mundo no les permitía tomar las cosas concalma, no les permitía ser juiciosos, virtuosos, felices. Con madres y amantes,con prohibiciones para cuya obediencia no habían sido condicionados, con lastentaciones y los remordimientos solitarios, con todas las enfermedades y eldolor eternamente aislante, no es de extrañar que sintieran intensamente lascosas y sintndolas así (y, todaa peor, en soledad, en un aislamientoindividual sin esperanzas), ¿cómo podían ser estables?
 
-Claro que no tenés necesidad de dejarlo. Pero salí con algún otro de vez encuando. Eso es suficiente. P-1 sale con otras chicas, ¿no es verdad?Lenina lo admitió.-Claro que . Henry Foster es un perfecto caballero, siempre correcto. Además, tenés que pensar en el director. Ya sabés que es muy quisquilloso.. , Afirmando con la cabeza, Lenina dijo:-Esta tarde me dio una palmadita en la cola.-¿Lo ves? -Fanny se mostraba triunfal-. Eso te demuestra qué es lo queimporta por encima de todo. El convencionalismo más estricto.-Estabilidad -dijo el Interventor-, estabilidad. No cabe civilización alguna sinestabilidad social. Y no hay estabilidad social sin estabilidad individual.Su voz sonaba como una trompeta. Escuchándole, los estudiantes se sentíanmás grandes, más ardientes.La máquina gira, gira, y debe seguir girando, siempre. Si se para, es la muerte.Un millar de millones se arrastraban por la corteza terrestre. Las ruedasempezaron a girar. En ciento cincuenta años llegaron a los dos mil millones.Que se paren todas las ruedas. Al final de ciento cincuenta semanas de nuevohay sólo mil millones; miles y miles de hombres y mujeres han muerto dehambre.Las ruedas tienen que girar continuamente, pero no al azar. Tiene que haber hombres que las vigilen, hombres tan seguros como las mismas ruedas en susejes, hombres cuerdos, obedientes, estables en su complacencia.Si gritan: hijo mío, madre mía, mi único amor; si murmuran: mi pecado, miterrible Dios; si chillan de dolor, deliran de fiebre, sufren a causa de la vejez y lapobreza... ¿cómo pueden cuidar de las ruedas? Y si no pueden cuidar de lasruedas... Sería muy difícil enterrar o quemar los cadáveres de miles y miles ymiles de hombres y mujeres.-Y al fin y al cabo -el tono de voz de Fanny era un arrullo-, no veo que hayanada doloroso o desagradable en el hecho de tener a uno o dos tipos ademásde Henry. Teniendo en cuenta todo eso,
tendrías que
ser un poco máspromiscua ...-Estabilidad -insistió el Interventor-, estabilidad. La necesidad primaria y última.Estabilidad. De ahí todo esto.Con un movimiento de la mano señaló los jardines, el enorme edificio delCentro de Condicionamiento, los niños desnudos semiocultos en la espesura ocorriendo por los prados.Lenina movió negativamente la cabeza.-No sé por qué -musitó- últimamente no me he sentido muy bien predispuesta ala promiscuidad. Hay momentos en que una no debe. ¿Nunca lo sentiste así,Fanny?Fanny asintió con simpatía y comprensión.-Pero es necesario hacer un esfuerzo -dijo sentenciosamente-, es necesariotomar parte en el juego. Al fin y al cabo, todo el mundo pertenece a todo elmundo.-Sí, todo el mundo pertenece a todo el mundo -repitió Lenina lentamente; y,suspirando, se quedó callada un momento; después, tomando la mano de
 
Fanny, se la apretó suavemente-. Tenés toda la razón, Fanny. Como siempre.Voy a hacer el esfuerzo.Los impulsos coartados se derraman, y el derrame es sentimiento, el derramees pasión, el derrame es hasta locura; eso depende de la fuerza de la corrientey de la altura y la resistencia del dique. La corriente que no es interrumpida por ningún obstáculo fluye mansamente, bajando por los canales predestinadoshasta producir un bienestar tranquilo.El embrión está hambriento; día tras día, la bomba de sucedáneo de la sangregira a ochocientas revoluciones por minuto. El niño decantado llora;inmediatamente aparece una enfermera con un frasco de secreción externa.Los sentimientos proliferan en el intervalo de tiempo entre el deseo y suconsumacn. Reduzcan este intervalo, derriben esos viejos diquesinnecesarios.-¡Chicos suertudos! -dijo el Interventor-. No se ahorraron esfuerzos para hacer que sus vidas fuesen emocionalmente fáciles, para preservarlos, en la medidade lo posible, de toda emoción.-¡Ford está en su viejo carromato! -murmuró el D.I.C.-. Todo anda bien en elmundo.-¿Lenina Crowne? -dijo Henry Foster, repitiendo la pregunta del Predestinador  Ayudante mientras cerraba el cierre de su pantalón-. Es una chica fantástica.Maravillosamente neumática. Me sorprende que no la hayás tenido.-La verdad es que no entiendo cómo pudo ser -dijo el Predestinador Ayudante-.Pero lo voy a hacer. En la primera oportunidad.Desde su lugar, en el otro lado de la sala del vestidor, Bernard Marx oyó lo quedecían y palideció.-Si querés que te diga la verdad -dijo Lenina-, la verdad es que me empiezo aaburrir un poco a fuerza de no tener más que a Henry día tras día. -Se puso lamedia de la pierna izquierda-. ¿Conocés a Bernard Marx? -preguntó en un tonocuya excesiva indiferencia era evidentemente forzada.Fanny pareció sobresaltada.-No me digás que... -¿Por qué no? Bernard es un Alfa-Más. Además, me pidió que fuera a una de las Reservas para Salvajes con él.Siempre he querido ver una Reserva para Salvajes.-Pero ¿y su mala fama?-¿Qué me importa su reputación? -Dicen que no le gusta el Golf de Obstáculos.-Dicen, dicen... -se burló Lenina. -Además, se pasa casi todo el tiempo solosolo.En la voz de Fanny había un dejo de horror. -Bueno, en todo caso no estará tansolo cuando esté conmigo. No sé por qué todo el mundo lo trata tan mal. Yo loencuentro muy agradable.Sonrió para sí; ¡qué absurdamente tímido se había mostrado Bernard! Casicomo asustado, como si ella fuese un Interventor Mundial y él un mecánicoGamma-Menos.-Consideren sus propios gustos -dijo Mustafá Mond-. ¿Alguno de ustedes se hatopado jamás con un obstáculo insalvable?La pregunta fue contestada con un silencio negativo.
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